Durante
el trascurro de la historia ha quedado demostrado que el ser humano ha vivido
en una constante lucha. Una lucha caracterizada por la búsqueda de la paz y la
armonía, ya sea entre pueblos o naciones, que siempre se ha visto
inalcanzable.
La
causa natural de las guerras es la violencia (que en mi opinión es una
expresión del egoísmo humano). Sin embargo, no podemos olvidar que la guerra suele
ser un conflicto de intereses de índole económica, social, política, cultural o
incluso territorial, donde el Estado es
el que decide, por mucho avance democrático u opinión del pueblo. Primero se
mueve la ficha, luego podremos quejarnos de ella. Hoy en día resulta difícil
distinguir un conflicto militar de un objetivo político.
Y
ante esta situación, ¿qué hace el ciudadano de a pie? ¿Se desentiende?
¿Participa proactivamente o, por el contrario, lucha contra esa actuación?
Desde mi punto de vista, uno debe ser el que tome conciencia individual de la
situación que esté viviendo. ¿Es eso correcto para él? Dejarse arrastrar por lo
que decida la voz mayoritaria es estar abandonando la paz a su suerte. A pesar
de que sea necesario la conciencia individual para no dejarse llevar por las
decisiones ajenas es en parte el individualismo el que nos lleva a la situación
actual. Olvidamos que somos parte de un ‘todo’ a pesar de las diferencias,
olvidando empatizar con los demás. La empatía nos hace ponernos en el lugar del
otro, enseñándonos a respetar, a entender que los límites los ponemos nosotros
y, por ello, podemos romperlos en cualquier instante.
Por
otro lado, parece imposible que se conciba la solución de un conflicto sin
armas. Me entristece saber que la destrucción y el miedo sean las fuentes de
poder que siguen dominando hoy en día. ¿No hemos aprendido nada del pasado? ¿De
la historia? Es verdad, ante un conflicto todo comienza con cierta diplomacia
pero, en cuanto no se consigue doblegar al contrario bajo nuestra voluntad, sacamos
las armas de la recámara.
Y es que parece que seguimos aferrándonos al
dicho romano de 'si quieres la paz, prepárate para la guerra' y tengamos
siempre la paz en el punto de mira. Olvidando lo más importante, que todos
somos humanos y ansiamos lo mismo: la paz.
Eso de que todo el mundo busca la paz es muy relativa. A las personas que venden armas no les conviene la paz. A las personas que mueven los hilos y necesitan tener al pueblo controlado no les conviene la paz. En general a los de arriba no les interesa la paz como tal. Como individuo tal vez, pero al colectivo no tanto.
ResponderEliminarQuiero decir con esto, el tema de que la paz es algo que todos los humanos ansiamos.. muy relativo y general, aunque llevas la razón en que el mundo sería mucho mejor si eso fuera así.
Además con todo lo compleja que es la mentalidad de cada persona veo prácticamente imposible que algún día se pueda conseguir que toda la humanidad entre en paz, no creo que sea algo que un individuo como tal deba plantearse siquiera. Si que es verdad que todo empieza por uno mismo, pero algo así... Casi inimaginable.
Estoy totalmente de acuerdo contigo en que no a todo el mundo le conviene la paz y que, por tanto, no la "ansíen" porque no les beneficia. Es cierto que en sí la paz es un poco utópica, si ya resulta difícil que haya paz en colectivos relativamente pequeños como las familias o los amigos ¿cómo vamos a conseguir la paz de la humanidad? Sin embargo, no opino que la complejidad de la mentalidad de cada persona sea un impedimento para intentar conseguirla, como bien dices, todo empieza por uno mismo y, desde mi opinión, dándote cuenta de tu propia complejidad te resulta mucho más sencillo ponerte en el lugar del otro, y al menos, darte cuenta de que no hay una sola "voluntad". Al darnos cuenta de esto, ¿cómo es posible no ansiar la paz como individuo? ¿Cómo no querer llevarla al plano de la humanidad?
EliminarPuede que la paz mundial entendida como armonía o estado de perfecta comprensión no sea jamás posible, no lo niego. Pero creo que deberíamos ser capaces y confío en que algún día lo seremos de dejar los conflictos armados atrás. Hay otras maneras de solucionar los problemas. Creo que la paz entendida como la ausencia de violencia sí es posible. La única base de esta es el respeto, no hay que comprender las ideas ajenas, simplemente respetarlas y dejarlas estar. Si yo respeto las diferencias y respetan mis diferencias (hablando ya en términos de naciones) es posible un estado de diálogo que podría alcanzar niveles parecidos a la paz (entendida como armonía).
Hakuna Matata, tio.
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